December 24, 2006

Ana María y su conciencia

No tengo nada en contra de la sociedad, sin embargo soy distinta y no me molesta serlo. Para cualquiera parecería que llevo una vida normal; tengo un trabajo, departamento y no visto con atuendos extrabagantes. Según mi jefe, la vida que tengo es muy insípida , para mí es suficiente.

Si algo me da problemas es madrugar. Odio tener que levantarme temprano pero hay algo que detesto en mayor grado.
- "¡Maloliente!, ¡largo!"
Antes que despertarme a las 6, está ese perro. En él se centra mi odio. El perro llegó aquí por accidente. Hay una ventana rota en el cuarto de atrás y entró por ahí. Debería haberla mandado a arreglar porque no es el único animal que se ha metido a la casa. Sin embargo sólamente él ha tomado el departamento como su hogar; hogar y no casa porque cuida de él a pesar de mis insultos. Me recibe con gran alegría y eso me da lástima. Lo odio.

- "¡Maloliente!, ¡largo!"

También odio mi trabajo, pero no tanto como al can. Me fastidia tener que hacerle plática a los ciudadanos. Que yo recuerde nunca hice trato con la Compañía para seguirles la corriente. Son conversaciones insulsas. "¿Qué calor hace?", "Hay mucha gente ¿verdad?", "¿Cómo pueden trabajar bajo estas presiones?" Todas las preguntas tienen respuesta en el mismo emisor, son inútiles. Si estoy de buenas contesto con monosílabos pero a veces me aburre y sólo los miro con una cara de enfado para que dejen de conversar.

Me limito a realizar mi trabajo, conseguir víveres y no desgastrme ejercitándome de más. Me limito a vivir como quiero.

-"¡Maloliente!, ¡Largo!"

5 comments:

X said...

Limitarse a vivir como uno quiere. Es de esos límites difíciles de poner.

MuSe said...

"Que has hecho para merecer esto" diría un pobre vagabundo (El perro que se entra a tu casa antes de las 6 a.m)....

Rafael Menjivar Ochoa said...

Me gusta el texto. ¿Lo has desarrollado más? Saludos.

Mario Luque said...

Obviamente, por lo que cuentas, le has tomado cierto cariño al chucho. Por eso no terminas de echarlo de tu casa, y de tu vida. En parte es una compañía "agradable" ya que no habla tonterías y no hace comentarios insulsos del tipo "¡que buen día tenemos hoy!, ¿verdad?"... Al menos a él no le tienes que dirigir la palabra. Por lo demás, está todo bien. Si a tí te vale con tu vida, ¿qué más da lo que piense tu jefe o un vecino? Ahora bien, si a tí no te gusta algo, entonces, cambiala. Haz lo que este en tu mano. Tienes derecho a ser felíz y a vivir tu vida siempre y cuando no perjudiques a nadie. La libertad de uno mismo acaba donde empieza la de los demás.

Un abrazo


PD Gracias por visitar El Templo...

Sari - Hechizos de Amor said...

Muchas gracias por el articulo, bastante entretenido. Saludos