April 19, 2007

Insomnio

Veinte segundos antes de que las manecillas del reloj se posicionaran verticalmente, ella despertó. El sueño se había esfumado cual traicionero compañero que se marcha sin pronunciar una palabra. Enciende la luz y gesticula en disgusto por los golpes que recibe de aquella de lucha de resistencias luminosas.

Se sienta en la cama, respira, cierra los ojos. No puede pensar nada en concreto y sin embargo todos los pensamientos están presentes. Respira, vuelve a respirar. Abre los ojos lentamente y alcanza a distinguir el cuarteto de rosas que está sobre la mesa. Son hermosas, sin embargo se da cuenta que sólo una se ha salvado, las otras tres están marchitas.

Admira la bella de las rosas. Se levanta y toma la mejor, la que le causa goce estético y le emite tranquilidad. Se astilla con una diminuta espina. Suelta la flor y se lleva el dedo a la boca. Absorbe la sangre restante y lo entiende todo. Ella le provocó á él, el más dulce de los dolores; lo amó.

3 comments:

Anonymous said...

Claro que nada es eterno, claro que las cosas bonitas duelen al tocarlas.

Anonymous said...

Recurrente la comparación entre la rosa y el amor lo que sí es que tiene una hilación decente.

SOY13 said...

El pincho de la rosa
y la sangre que escapa
y el sueño levantando
¡horizontal!
(las manecillas caen)
¿cómo ingeniar el regreso?
¿cómo aprovechar los 20 segundos?
Vuelve a dormir
lame la sangre
de licor rubí analgésico:
de "dulce dolor" (Carissa dice)

Visitame y escribí. Un beso