Cerró los ojos y se desvaneció como la caída de un pañuelo de seda.
No lograba pensar, pero sus intuiciones aún sobrevivía. Se esforzaba por recordar e imaginar lo que le esperaba.
Toda intensión era inútil. Su fuerza de voluntad se había perdido; tal vez pudo ver el blanco resplandeciente que lo arrojaría al bien, tal vez no. Lo único seguro fue que cayó en manos de Ninwa.
June 15, 2006
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